100 años de la historia de Hachiko, conocido por su lealtad
Una de las historias más memorables y bonitas sobre la amistad y el amor incondicional entre perros y seres humanos cumplirá cien años en 2023, la historia de Hachiko. Para celebrarlo, tanto en Odate (Japón), de donde es originario el famoso perro, como en otras ciudades del mundo se tienen previstos eventos con el fin de recordar una de las historias más famosas de la lealtad canina hacia los seres humanos, la cual ha sido inmortalizada en el cine, la literatura e incluso en series de televisión.
La historia de Hachiko
Hachiko, un perro de raza Akita inu, nació en noviembre de 1923 en Odate, ciudad japonesa ubicada en la prefectura de Akita, de donde proviene esta raza de perros. Ese mismo año, el ingeniero agrónomo y profesor de agricultura Hidesaburo Ueno estaba en búsqueda de un cachorro de esta raza y le pidió a uno de sus estudiantes que le ayudara a encontrar uno.
Hachiko llegó a casa del profesor un 15 de enero de 1924, luego de un extenuante viaje en tren. Inicialmente, el profesor Ueno y su esposa lo encontraron en tan malas condiciones que creyeron que no sobreviviría; a pesar de ello, decidieron cuidarlo y proveerle todo lo necesario para que, pasados seis meses, se recuperara del todo.
A pesar de que el nombre del perro originalmente no era Hachiko, sino Hachi (‘ocho’, en japonés), luego de la historia del animal y su amo, los estudiantes del profesor Ueno decidieron otorgarle el honorífico Ko (‘hijo’).
Hachiko y su amor
Este no era el único perro de Ueno, ya que su manada estaba compuesta por dos perros más. Todos acudían sin falta, tres veces a la semana, a la estación de trenes de Shibuya para que el profesor se dirigiera a sus clases. Allí, Hachiko y los otros dos perros esperaban a que cayera la tarde para regresar a casa en compañía de su amo.
Lamentablemente, el 21 de mayo de 1925, Hidesaburo Ueno, a los 53 años, sufrió una hemorragia cerebral que le quitó la vida. El lazo de amor de mascota y amo fue tan fuerte que, durante el velorio del profesor, el perro percibió el olor de su amo, se acercó a donde se encontraba el ataúd y se negó a apartarse de allí. A pesar del estrecho lazo del animal con la familia, Hachiko fue adoptado por otras familias y convivió con ellas fuera del barrio de Shibuya. Finalmente, el perro fue adoptado en 1925 por Kikusaburo Kobayashi, el jardinero del profesor Ueno, quien vivía en la misma área.
Ya allí, Hachiko acudía todas las tardes y noches a la estación de trenes, sin importar las condiciones climáticas, para esperar a su amo. Inicialmente, y por desconocimiento, los empleados de la estación de trenes, los vendedores y algunos transeúntes veían con molestia la presencia de Hachiko e incluso muchos lo golpeaban, le rociaban agua o lo asustaban para que se alejara; sin embargo, Hachiko olfateaba los vagones del tren a la espera de su fiel compañero.
La historia se hizo tan llamativa y causaba tanta curiosidad que, en 1932, el diario japonés Tokyo Asahi Shimbun publicó la crónica sobre el animal. A partir de allí, la estación de trenes de Shibuya empezó a recibir donaciones de comida, e incluso algunas personas lo visitaban para conocer más sobre el canino. Tanta fue la solidaridad y emotividad de la historia que, para el año de 1934, se hizo un evento con el fin de recaudar fondos y hacer una estatua del fiel animal, al cual acudieron, aproximadamente, 3.000 personas.
Hachiko murió el 8 de marzo de 1935, y su partida causó conmoción en los medios de comunicación de Japón. Los japoneses se encariñaron tanto con la historia que, durante el funeral del perro, y también en la estatua, se hicieron oraciones a cargo de monjes budistas, menciones honoríficas por parte de ciertos dignatarios y diferentes escritos como poemas, crónicas o cuentos.
Luego de ello, se realizó otra recolección de fondos con el fin de reponer la estatua, que había sido fundida para hacer material bélico, y que logró una cifra de 28 millones de dólares. Dicha estatua, hecha de bronce, está frente a la estación de trenes de Shibuya, en Tokio, y recibe cada año a miles de visitantes, quienes pueden leer la frase ‘Te esperaré, no importa cuánto tardes’.
Adicionalmente, cada 8 de abril se celebra la vida de Hachiko y se organizan diferentes celebraciones en torno a las distintas estatuas del animal que se encuentran en Odate, Hisai, la Universidad de Tokio y en Rhode Island, donde se grabó la película que protagonizó Richard Gere en 2009.
Para los 100 años de Hachiko se tienen preparados diferentes eventos e incluso se ha creado una página de internet (https://hachi100.visitakita.com/top/en/top/) en donde se puede conocer más sobre la historia del animal, comprar objetos conmemorativos, hacer donaciones y conocer la programación de celebración de los 100 años.
¿Cómo es la raza Akita?
Estos perros, que llegan a pesar entre 30 y 60 kilogramos y a medir 68 centímetros de altura, se caracterizan por ser musculosos, fuertes, grandes y de orejas cortas. A pesar de que se considera que no conviven fácilmente con otros animales, si tienen la adecuada socialización y entrenamiento, serán excelentes compañeros: tímidos, leales, fieles, dóciles, activos e inteligentes.
¿Por qué son tan leales?
Esta no es una característica reciente, ya que los arqueólogos han encontrado huesos de perros enterrados cerca de asentamientos humanos e incluso en el mismo lugar que las personas. La evolución, de los lobos a los perros domésticos, permitió que hayan convivido con los seres humanos desde hace mucho tiempo y los consideren parte de su manada e incluso como los líderes de esta.
Por dicha característica ellos querrán siempre complacer a los amos, pasar mucho tiempo con ellos y cuidarlos. Asimismo, los canes reconocen en el ser humano la fuente de comida, abrigo y cariño, lo cual hace que tengan más aprecio por el ser humano y por compartir tiempo y espacios con los humanos.