Todo y Nada al mismo Tiempo
Por Ernesto Hernández Alarcón
Los Bucaneros de Tampa Bay han sido una franquicia poco mediática en básicamente casi la totalidad de su existencia. Y menciono “casi” en virtud de que en 2003, ganaron el Súper Bowl XXXVII, gracias a una paliza a los Raiders de Oakland, cuando eran dirigidos por Jon Gruden y su mariscal de campo era Brad Johnson (así es, un Trubisky cualquiera). Salvo ese momento de gloria, el conjunto de la Florida generalmente pasa desapercibido para las hordas de fanáticos mundiales más pasionales de la NFL, exceptuando claro, a los residentes en la bahía de Tampa Bay.
Este año, esa circunstancia cambiará radicalmente. Tom Brady, el insigne mariscal de campo que durante años brillara y llevara a la gloria a los Patriotas de Nueva Inglaterra, será el nuevo líder de esta escuadra comandada por el entrenador Bruce Arians. Debo confesar que para un servidor, este movimiento me sigue pareciendo “surreal”, debido a que estaba seguro que Brady terminaría su carrera con los Pats… pero a final de cuentas, algunas “diferencias” con Belichick que aún se mantienen “clasificadas” y por supuesto, 50 millones de billetes verdes, cambiaron dicho destino. Al margen de ello, el tema importante aquí es que los Bucs logren trascender en esta temporada y que el equipo demande la atención que nunca había tenido.
Empecemos con el citado Brady, presumiblemente el mejor de todos los tiempos en su posición, quien a sus 42 años, sigue desafiando al padre tiempo, a la lógica del fútbol americano, a las expectativas, a los dioses de la NFL, a sus detractores, inclusive a las reglas (“just kiddin’). La relación que entable con Bruce Arians será un factor determinante, un coach con mente ofensiva que en teoría exprimirá al máximo el fuego que le reste al seis veces ganador del juego grande (TB12 viene de una de las peores temporadas de su carrera). Sin duda la protección del balón mejorará sustancialmente de facto. Jameis Winston, el anterior mariscal de campo, era experto en regalar balones (30 intercepciones), situación que definitivamente no sucederá con Brady. Elementos al ataque existen y de gran calidad: Chris Godwin y Mike Evans son considerados uno de los mejores binomios de receptores del circuito. El área de alas cerradas también es élite: O.J. Howard, Cameron Brate y el veterano Rob Gronkowski, que se integró solidariamente con su gran amigo y quien en situaciones críticas será un excelente contrapeso. Su primera selección colegial fue Tristan Wirfs, un cotizado tackle ofensivo de Iowa que buscará reforzar la línea ofensiva (la protección a TB12 es un asunto prioritario). En segunda y tercera ronda adquirieron al safety Antoine Winfield Jr. de Minnesota y al corredor Ke’Shawn Vaughn, respectivamente, para trabajar dos departamentos que requieren más ajustes: la defensiva secundaria y el “back-field” de corredores. En el costado defensivo, en especial las trincheras, el conjunto bucanero es una potencia: una de las mejores para detener el ataque terrestre. Cuentan con sólidos jugadores y estrellas, los linieros Ndamukong Suh y Vita Vae; los apoyadores Jason Pierre Paul, Devin White y Shaquil Barrett, et al.
Conclusión: La temporada de los Bucs se antoja muy interesante. Tienen una plantilla con mucho talento que amalgama juventud y experiencia. En el papel deben ser un equipo contendiente. El asunto de Brady es romántico, una figura que ha roto todo tipo de paradigmas en una liga demasiada complicada en ese sentido. Joe Montana y Brett Favre, dos legendarios mariscales de campo, al final de sus carreras también intentaron llevar a la grandeza a equipos diferentes a los que siempre habían liderado, quedándose cortos al final del camino (Kansas City y Minnesota, ambos en aquel momento con plantilla “prime”). En otras palabras, la historia nos ha enseñado que esa fórmula no es garantía de éxito absoluto. Otro punto a subrayar: en lo personal considero que Bruce Arians es un entrenador un tanto volátil. Del 2013 al 2017, cuando dirigió a los Cardenales de Arizona, por lo menos dos temporadas tuvo en sus manos una plantilla de calibre de campeonato y jamás los pudo llevar al Súper Bowl (se me figura el Mike D’Antoni de la NFL).
Así mismo, el calendario y la división de los Bucs son complicados. Aquí Brady no enfrentará seis veces en la campaña a conjuntos eternamente mediocres como Jets, Bills y Delfines; por el contrario, tendrá un rival divisional peso completo en la figura de los Santos de Nueva Orleans. Tengo la impresión que si algo se rompe, si algo falla en la estrategia del equipo, habrá un inexorable “efecto dominó”. Empero, si las lesiones no aparecen y el plan se ejecuta sin mayores percances, en definitiva Tampa Bay es un equipo que debe llegar a postemporada y será uno de las escuadras más entretenidas de este año; ¿Súper Bowl? No lo creo, pero con Tom Brady…¡todo puede suceder!