Mientras estaba embarazada luchó contra el cáncer y cumplió su sueño de ser mamá
La historia de Fátima Hernández Cáceres es una prueba de que los milagros existen y que la esperanza es lo último que se pierde.
Hace 10 años, Fátima atravesaba por uno de los episodios más felices de su vida, pues después de varios tratamientos de fertilidad finalmente pudo quedar embarazada.
Sin embargo, a las 14 semanas de gestación pasaría de la alegría e ilusión de tener un bebé a un diagnóstico de leucemia.
Fue así como con tres meses de embarazo pasó por quimioterapias. “Los médicos fueron súper claros en que después de haber pasado las primeras semanas yo ya tenía buenos pronósticos de vida. Pero, también fueron súper claros en decirme que el bebé no tenía ningún pronóstico. Eso lo hizo súper difícil”, admitió.
Hernández nunca pensó en anteponer su vida y terminar su embarazo. “Nunca me pasó por la mente. Yo me sentí mamá desde el día uno y siempre mi meta fue luchar por mi bebé en todo momento”, afirmó.
Por fortuna, su hijo nació sin complicaciones, y contó con el apoyo incondicional de su familia, algo que hizo llorar a Adamari, pues ella mejor que nadie sabe que el apoyo de la familia es muy importante para enfrentar el cáncer.
“Te escucho hablar con tanta fortaleza y me puedo identificar con tantos momentos que se me salen las lágrimas. Yo sé que la familia es súper importante para enfrentar el cáncer”, destacó Ada con un nudo en la garganta.
“Ciertamente hay que darse tiempo para todo y la familia debe estar en ese proceso, pero también debe entender que uno a veces quiere llorar, que quiere tirarse en un sofá y después que nos vuelvan a reanimar para seguir adelante”, agregó.
Bajo esta premisa, Fátima alerta a los familiares de una persona con cáncer a formar parte de todo el proceso, es decir, que los acompañen en su llanto y que tengan esas conversaciones que a veces nos resultan difíciles, pero que son necesarias.
La hermana del presentador también destacó que a veces, cuando una persona enfrenta un diagnóstico de cáncer, no se permite llorar o tener un duelo, como le ocurrió a Ada.
“Me identifico mucho con lo que dices, en que yo no quise darme ese duelo o llorar en el momento en que me había enterado, porque estaba más preocupada por la gente que estaba alrededor y por tratar de hacerlo más fácil para ellos. Después obviamente te pasa factura”, explicó la puertorriqueña.
Sin embargo, Adamari admitió que rodearse de la gente que la quiere y ama fue una parte fundamental para su recuperación, algo con lo que concuerda Fátima, quien afirmó que, para ella, su familia “fue el combustible que me ayudó a seguir. Sentir ese amor y ese cariño fue vital”.
Por su lado, Francisco platicó lo que representó para él este difícil episodio.
“Fátima ha sido un gran ejemplo para todos. Fue el momento más difícil de nuestra vida la idea de pensar que ella ya no iba a estar con nosotros y en ese momento había tantas cosas que yo todavía no había compartido con ella. Creo que, para mí, fue como entender lo importante de la familia, le dio un sentido diferente a mi vida y creo que desde ese momento yo estoy mucho más cercano a ellos”, relató.
“La fortaleza que ella dio y la lucha que ella tuvo siempre es algo que yo tomo en cuenta y trato de poner en mi día a día”, agregó.
Ahora, tras nueve años de su doloroso tratamiento, Fátima está en remisión y compartió la lección que le gustaría que su hijo aprendiera tras su enfermedad.
“Me gustaría que él aprendiera es que hay situaciones que no está en nuestras manos poder cambiar, pero sí podemos cambiar la actitud con la que las tomamos”, puntualizó.